Hace unos años tuve una conversación con mis amigos Marta y Álvaro en el patio de butacas de un teatro en las horas previas a la función que íbamos a representar aquella tarde. Ellos, ambos estupendos actores y muy aficionados por tanto al cine y el teatro, empezaron a hablarme de películas ambientadas en un entorno teatral o que tratan sobre los entresijos del teatro. Tomé muy buena nota de sus recomendaciones y, aunque alguna había visto ya, el tema me resulto tan interesante que pronto vi el resto y empecé a preguntar e investigar para ampliar la lista.
Con este artículo inauguro una serie en la que hablaré de esas películas que tratan sobre el teatro, haciendo un pequeño análisis personal y tratando también, cómo no, su doblaje. Para empezar, he escogido Cómicos, Doble vida y Moliere en bicicleta. Tres películas de diferentes nacionalidades que abordan el teatro desde puntos de vista también muy dispares.
Así que luces… cámara… y que se abra el telón.
Cómicos
(Juan Antonio Bardem, 1954)
Coproducción hispano-argentina y primer film dirigido en solitario por Bardem.
“Cómico” es la palabra que se ha empleado en España durante décadas para referirse a los actores; especialmente a aquellos que vivían en permanente tourné, representando sus funciones de una población a otra.
El título de la película no puede ser más acertado.
Bardem no se dedicó al teatro, pero sí fue hijo de actores. Probablemente por eso es capaz de describir con tanto detalle la vida y los sentimientos de los actores de teatro de compañías itinerantes.
La historia se centra en Ana Ruiz (Elisa Galvé), una joven actriz que busca su gran oportunidad representando un papel principal, harta de quedar permamentemente relegada a personajes de 20 líneas. Desde sus ojos vemos a toda la compañía, su día a día de ciudad en ciudad, sus apuros económicos y los diferentes sentimientos que cada uno de los actores tiene sobre su oficio, como gran resumen de éste: la joven esperanzada con triunfar, el actor que ha abandonado toda esperanza de llegar alto, la primera dama que no asume el paso de los años y continúa haciendo los papeles de joven protagonista, el curtido veterano, el recién llegado meritorio, para el que todo es nuevo e ilusionante…
Bardem nos habla de la ilusión por el arte, frente a aquellos “mercenarios” que actúan porque de algo hay que vivir. De la decisión entre triunfar por méritos propios o aprovechar otras vías alternativas para alcanzar el éxito.
Para quien ha tenido algún contacto con la interpretación, creo que este film puede resultar muy interesante.
Especialmente intensa me parece la forma en que transmite los nervios previos a un estreno o a la representación de un papel importante por primera vez.
La película está llena de frases que describen a la perfección el oficio de actor y las distintas fases por las que se puede pasar. Pero como muestra, he elegido esta escena de Elisa Galvé y Fernando Rey, que muestra las desavenencias entre una pareja en la que ambos son actores, pero con diferentes aspiraciones.
Esta película, como casi todas las españolas durante décadas, está doblada. Es decir, que los propios actores volvían a sonorizar sus frases en postproducción, doblándose a sí mismos. Esto obedece generalmente a una necesidad técnica, ya que es sonido directo era mucho más complejo de registrar y de peor calidad. Como se puede apreciar, el resultado es impecable. Hasta no hace demasiado, los actores de cine debían conocer y dominar la técnica del doblaje, pues era una parte más de su proceso de trabajo en la película.
Doble vida
(“A Double Life”. George Cukor, 1947)
Anthony John es un aclamado actor teatral que sufre verdaderas transformaciones de personalidad cuando afronta un nuevo papel. Al comenzar a representar su propia versión de Otelo, ese proceso llega hasta el extremo. A medida que representa más funciones, su mente y su vida se van transformando en las del moro de Venecia, que es cegado por unos celos infundados hasta llegar a cometer locuras.
Ronald Colman obtuvo el Oscar al Mejor Actor por su interpretación en este film, que nos muestra, a través de esta hipérbole, cómo un actor tiene que dejar parte de sí en cada personaje e incorporar en su ser parte de éste. Al comienzo de la película, Colman (Anthony John) explica muy claramente este efecto, que le lleva al desequilibrio. En esta escena el personaje habla sobre su evolución como actor y el sacrificio personal que le supone ese cambio de perspectiva.
Si bien se trata de una dramatización, esta película habla sobre esa forma de entender la interpretación en la cual el actor trata conscientemente de transformarse en su personaje a nivel profundo. Una técnica muy sacrificada para el actor, que en ocasiones extremas puede llegar a ver difusos los propios límites de su personalidad. Por supuesto, su eficacia depende del talento del actor. Algunos grandes intérpretes de los que se sabe que sufren un proceso consciente de transformación psicológica con sus personajes son, por ejemplo, Daniel Day Lewis o Jared Letto. El primero, tras cada rodaje, se evade completamente durante varios meses para volver a encontrarse consigo mismo. El segundo no sale de su personaje durante todo el tiempo que dura un rodaje, hablando y comportándose como tal incluso durante los descansos o las comidas.
Existen dos doblajes al castellano de Doble Vida. Uno realizado en 1948 para su estreno en cines, protagonizado por Rafael Navarro; y otro de TVE de 1970 para su emisión en televisión, con Joaquín Vidriales como la voz de Colman. La edición en DVD de la película contiene este segundo doblaje, en el que podemos escuchar también a Josefina de Luna y Carlos Revilla, entre otros. Vidriales consigue una interpretación profunda, siguiendo en todo momento el complicado juego mental del protagonista.
Moliere en bicicleta
(“Alceste à bicyclette”. Philippe Le Guay, 2013).
En este film francés, Fabrice Luchini y Lambert Wilson intepretan a Serge Tanneur y Gauthier Valence, dos actores y antiguos amigos y compañeros de trabajo. Gauthier, ahora famoso actor de televisión, visita por sorpresa a Serge, que lleva años retirado de la interpretación. Su intención es convencerle de que participe junto a él en un montaje de El Misántropo, de Molière. Serge se muestra reticente, pero propone ensayar juntos el texto durante unos días antes de tomar una decisión.
La trama de la película se basa en el reencuentro de estos dos viejos amigos durante los ensayos, en el resurgir de sus puntos en común y también de sus desavenencias, basadas sobre todo en su modo diferente de entender el teatro y la vida.
Los dos protagonistas hacen un buen trabajo y recrean a la perfeccción el trabajo en los ensayos texto en mano. Sin embargo, para mi gusto la película no pasa de ser entretenida, si bien el final es menos típico de lo que esperaba.
El doblaje en castellano está encabezado por Alberto Mieza (Luchini) y Salvador Vidal (Wilson), que captan sin problema la esencia del actor metódico y reprimido y del galán venido a más, respectivamente.
Aquí podéis ver el tráiler de la película, doblado al castellano:
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