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Una de las escenas más recordadas de la película Espartaco (Stanley Kubrick, 1960) es la conocida como la de «las ostras y los caracoles». Una escena que ni siquiera se incluyó en el montaje original. Y no se trata de un corte al metraje realizado por la censura española, como muchas otras veces. Este fragmento quedó fuera debido a las presiones de los censores del Código Hays, que trabajaban para la asociación del cine estadounidense.

En ella, Craso, interpretado por Laurence Olivier, le pregunta a su sirviente Antonino, al que da vida Tony Curtis, si le gustan las ostras o los caracoles. El diálogo tiene un sutil pero evidente doble sentido, dando a entender que en realidad le pregunta por su orientación sexual. Incluir esta secuencia con connotaciones homosexuales fue algo tremendamente arriesgado e innovador para la época y finalmente hubo que prescindir de ella. La moral del momento no

Laurence Olivier y Tony Curtis en esta controvertida escena de «Espartaco».

podía permitir insinuaciones de ese tipo y el comité censor llegó a sugerir algo tan absurdo como que aprobarían la escena si cambiasen ostras y caracoles por alcachofas y trufas. Pero Kirk Douglas, productor de la película, además de protagonista, no estaba dispuesto a tolerar algo así.

En 1991, más de 30 años después del estreno de Espartaco, se encontró en los almacenes de Universal el metraje de aquella controvertida escena de las ostras y los caracoles. Sin dudarlo un momento, se decidió incluirla en todas las nuevas copias de la película. El problema era que la pista de sonido de aquel material había quedado inservible, de modo que había que reconstruirla. Tony Curtis pudo doblarse a sí mismo, pero sir Laurence Olivier ya había fallecido. Fue su viuda, Joan Plowright, quien propuso llamar a Anthony Hopkins, que era capaz de hacer una imitación soberbia de Olivier, para regrabar sus diálogos. El resultado es tan bueno que viendo la película en versión original es casi imposible percibir que en esa escena la voz de Olivier es en realidad la de Hopkins.

En España, el doblaje original contó con las voces de Felipe Peña para Laurence Olivier y de Manolo Cano para Tony Curtis. Cuando esta famosa escena volvió a incluirse en la película, ninguno de los dos pudo doblarla, ya que Peña había fallecido y Cano estaba retirado por enfermedad. De modo que para doblar el diálogo de las ostras y los caracoles se recurrió a Juan Fernández Mejías (Olivier) y José Luis Angulo (Curtis), cuyas voces recordaban en buena medida a las de sus compañeros.

El doblaje de Espartaco es un ejemplo de maestría que fue dirigido por el propio Felipe Peña. A la cabeza del reparto estuvieron Juan Manuel Soriano (Kirk Douglas) y Carmen Lombarte (Jean Simmons) y contaba con un reparto en que brillaban, además de los mencionados antes, Joaquín Díaz (Peter Ustinov) o Ramón Martori (Charles Laughton), entre muchos otros.

Yo soy EspartacoEsta curiosa historia sobre la recuperación y doblaje de la escena de las ostras y los caracoles aparece en el libro «Yo soy Espartaco (Rodar una película, acabar con las listas negras)», escrito por Kirk Douglas y publicado en 2012. En él, Douglas habla sobre todo el proceso de creación de la película, de la que fue productor y motor absoluto. Además de un sinfín de curiosidades sobre el rodaje y la preproducción, cuenta cómo luchó para acabar con las llamadas «listas negras» que desde hacía años impedían trabajar a simpatizantes comunistas en Hollywood, debido a la conocida caza de brujas del senador Joseph McCarthy y la oleada anticomunista que invadía Estados Unidos. El guión de Espartaco fue escrito por el aclamado literato y guionista Dalton Trumbo, quien formó parte de la lista conocida como «Los 10 de Hollywood» por negarse a declarar contra sus compañeros.

Kirk Douglas siempre estuvo en contra de esta persecución ideológica y para contar con Trumbo en la película le prometió que aparecería en los créditos como Dalton Trumbo, y no empleando algún pseudónimo, como tenía que hacer siempre. Si bien usó un nombre falso durante el proceso de escritura y rodaje, Douglas cumplió su palabra y el nombre de Trumbo volvió a brillar en una pantalla, suponiendo un punto y aparte en el exilio al que se habían visto relegados  muchos grandes talentos del cine.

Espartaco es posiblemente mi película favorita desde que la vi por primera vez. Esa historia heróica, los impresionantes planos, su ritmo narrativo, la presencia y la impresionante mirada de Kirk Douglas, la música de Alex North y un doblaje de excecpión, en el que no reparé en aquel momento, pero que sin duda me sumergía en la histora y me transportaba a otra época, hicieron que Espartaco me haya fascinado siempre.